63. EL DESPERTADOR DE LA MISIÓN

De Vouvant, se dirigió Montfort a San Pompain. Era el pleno invierno y los habitantes no se decidían a abandonar el calorcillo del hogar para acudir a la predicación.
El misionero hizo entonces divulgar y entonar un cántico escrito por él para la circunstancia: El despertador de la misión. El pueblo, conmovido por este ardid, acudió en masa a la iglesia y la misión tuvo éxito total. Hasta el párroco fue alcanzado por la gracia.
– Un día, dijo al final de la misión, oí la voz del Hermano Santiago que cantaba: He perdido a mi Dios por el pecado. Fue como un golpe de martillo sobre mi corazón endurecido. Corrí a postrarme a los pies del Padre de Montfort, que tuvo la caridad de escuchar mi confesión general y desde entonces decidí cambiar de vida.