AMOR FRATERNO

Un día no le quedaban más que treinta monedas. Se le acercó una pobre mujer a contarle sus necesidades.
– ¿Cuánto necesitas?, le preguntó.
– Treinta monedas, respondió la mujer.
Él le entregó hasta el último céntimo.
En otra ocasión había recibido un vestido nuevo, confeccionado especialmente para él. Antes de estrenarlo lo regaló junto con otras prendas recibidas como obsequio, a otro seminarista más pobre que él.
En otra ocasión todavía, su madre le envía un vestido nuevo.
Él lo cedió en seguida a un sacerdote necesitado, recibiendo en cambio el ya gastado de aquel pobre ministro de Dios.