300 KILOMETROS

Llegó a París, luego de diez días de camino, durante los cuales recorrió a pie más de trescientos kilómetros. Encontró albergue en un tugurio a donde la Providencia le envió de comer, sin que él tuviera necesidad de pedir nada a nadie.
Pasados algunos días, fue a golpear a la puerta de su benefactora, la señorita de Montigny. Grande fue la desilusión de ésta al ver el estado lamentable del joven.
Lo hizo hospedar en una casa muy pobre, donde los seminaristas carentes de medios económicos, podían realizar sus estudios en la Sorbona –la gran universidad parisiense– gracias al pago de una mínima contribución y la prestación de algunos servicios a la comunidad.
El P. de la Barmondière, superior de aquella casa, recibió con inmensa alegría al joven de quien ya se hablaba muy favorablemente.
Luis, por su parte, se dedicó ardorosamente al estudio y a la vida espiritual.