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70. CAMINO DE LA CARCEL

Los soldados exasperados por semejante respuesta, querían darle muerte. Pero uno de ellos disuadió a sus compañeros diciéndoles:

– ¡No le hagamos nada!, ¡ciertamente nos castigarían! Llevémoslo más bien al castillo, a presencia del Gobernador: él nos hará justicia.

Entonces lo cogieron y se encaminaron al castillo para hacerlo encarcelar. Montfort, sin el menor miedo, con la cabeza descubierta y recitando en alta voz el rosario, avanzaba a grandes pasos en forma tal que la escolta lo seguía con dificultad.

Llegaban ya al castillo del Gobernador, cuando uno de los amigos del misionero, informado del incidente, logró calmar y dispersar a los soldados y liberar al prisionero. Que quedó bastante disgustado al verse privado de una alegría por la cual suspiraba hacía mucho tiempo, a saber, la de ser encarcelado por amor de Jesucristo.

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