71. SANTO, CIERTO, PERO INCOMODO

Luis María de Montfort es un santo. Pero su santidad se manifiesta a veces en forma brusca, como lo acabamos de ver en el relato anterior. Es un santo incómodo, en nada dispuesto a tolerar lo que ofende la gloria y el amor de Dios. No es un hombre de medias tintas: echa el todo por el todo.
Su celo no es siempre comprendido y lo reprochan con frecuencia. Pero él no es persona que se desanime; todo lo contrario, goza en medio de tantas contrariedades.
Al día siguiente del hecho que se acaba de narrar, su amigo, el P. des Bastières, le preguntó si en aquella desafortunada aventura no había sentido miedo de perder la piel o al menos terminar en la cárcel.
– Nada de eso, respondió riendo; hubiera experimentado una inmensa alegría. Estuve en Roma expresamente para implorar del Santo Padre el permiso de irme a países extranjeros con la esperanza de encontrar allí la ocasión favorable de derramar mi sangre por la gloria de Jesucristo, que vertió toda la suya por mí. Pero el Papa me negó esa gracia porque yo no era digno de ella.