33. JOVEN CATEQUISTA

El joven Luis María gustaba comunicar las verdades de la fe sobre todo a los niños. Le encargaron de enseñar el catecismo a los más depravados de uno de los barrios del suburbio de san Germán de París. Asumió su tarea con tanto amor que sus lecciones enternecieron incluso a los menos dóciles. Algunos seminaristas, compañeros suyos, oyeron contar los éxitos y corrieron a escucharlo a fin de encontrar motivos de burla. Lo oyeron hablar de la muerte del juicio y del infierno de forma tan incisiva y convencida que hasta ellos mismos quedaron conmovidos.