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27. VELANDO MUERTOS

Entre tanto, la carestía continuaba y amenazaba la existencia misma de la pequeña comunidad. El P. de la Barmondière propuso a algunos de sus seminaristas un trabajo poco agradable: velar a los muertos de la parroquia de San Sulpicio.

Montfort, junto con otros tres compañeros, aceptó con gusto realizar ese trabajo dos o tres veces por semana.

¡Qué penoso tenía que ser para un estudiante pasar la noche sin dormir y ante semejante espectáculo!

En esas fúnebres veladas se acrecentaron en él, el desprecio por los bienes efímeros de este mundo y el anhelo de servir solamente a Dios.

Cierta noche, velaba el cadáver de un joven muy rico, herido mortalmente al salir de un local de mala fama. Quizá entonces compuso aquellos versos que más tarde haría cantar a las gentes:

¡En la muerte, pecador,
todo acabará!
¡En la muerte, el Señor,
te vendrá a juzgar!

       

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