17. MADERA DE ARTISTA

La pintura y la escultura constituían para Luis una agradable recreación. Dedicaba buena parte de sus horas libres a dibujar imágenes y cuadros religiosos. Con tanto éxito que le aconsejaron perfeccionar su talento al lado de un artista. Se presentó al taller de un pintor de Rennes que, cuando examinó las posibilidades del alumno, creyó ver en él a un futuro competidor. De suerte que cada vez que Luis aparecía, el pintor escondía sus telas y dejaba de trabajar. Quizá pagando con mano rota habría podido desbloquear esa situación. Pero, ¿cómo, si ya el pan costaba tan caro?
Cierto día, un consejero del Parlamento de Rennes, amigo de la familia, luego de ver en la mesa de trabajo del joven estudiante una miniatura elaborada por éste y que representaba al Niño Jesús con san Juan Bautista, quedó admirado y se la compró por un Luis de oro…
La pintura y la escultura sirvieron mucho más tarde al misionero. Se venera aún hoy en su casa natal en Montfort, una estatua de la Virgen atribuida a él. Su bastón de viaje estaba coronado por una estatuilla de la Virgen María, que él mismo había esculpido.