121. MANOS A LA OBRA

Montfort pensó en la adquisición de edificios, dirigió los trabajos de adaptación y transformación y en breve dio comienzo a las escuelas, confiando los niños a los Hermanos Domingo, Felipe y Luis, y las niñas a dos Hijas de la Sabiduría, María Luisa y Catalina.
Fuera de los maestros y maestras puso también al frente a un sacerdote como capellán estable. Acudieron inesperadamente multitudes de niños y niñas y todos fueron acogidos gratuitamente. Fue éste un punto en el cual el misionero insistió mucho. Así, decía, no habrá excusas a la negligencia de los padres en materia de educación.
El misionero proveyó a la organización y funcionamiento de las escuelas, con la competencia propia de un profesional, «como si hubiera pasado toda la vida enseñando».