-

V – LA OSADÍA DE UN APÓSTOL

47. REPRIMENDA INMERECIDA

Cierto día que el Obispo de Saint-Malô se hallaba de visita en la parroquia de San Juan, en la ciudad natal del Santo, le describieron a Montfort como un sacerdote rodeado siempre de vagabundos y mendigos, acusándolo de favorecer el ocio, la pereza y la vagabundería. El Obispo, convencido de tener que habérselas con un extraño aventurero, lo manda llamar en seguida, y en presencia de los demás sacerdotes de la región, lo reprende y prohibe predicar y confesar dentro del territorio de su diócesis.

Montfort respetuoso de la autoridad, luego de una profunda inclinación de saludo, sombrero en mano, escucha humildemente la admonición. Ni una excusa, ni una queja.

Iba ya a retirarse, cuando entró el párroco de Breal, que –ignorando la lamentable escena– pidió al Obispo que le mandara a Montfort para predicarle una misión a los jóvenes en su parroquia.

Admirado el Obispo de la humildad del misionero y arrepentido de cuanto le había dicho, concedió gustosamente la autorización recogiendo las prohibiciones anteriores.

Montfort realizó en aquella parroquia un bien inmenso, especialmente entre los soldados, a quienes enroló en la cofradía de san Miguel.

Spread the love

Publicaciones Similares