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36. LA MISIÓN POPULAR

Cuando iba a predicar misiones en una parroquia, llegaba acompañado de diversos colaboradores. Todos se dedicaban a la instrucción de las gentes, enseñaban el catecismo a los niños, cantaban en las iglesias y, a veces, por las calles para convocar a los fieles a las ceremonias. También construían capillas y reparaban templos, confeccionaban estandartes y preparaban grandiosas manifestaciones religiosas que despertaban la fe de los pueblos. Todos los misioneros se alojaban en una casa llamada «La Providencia». A ella afluían también numerosos pobres, invitados por el santo.

Las celebraciones revestían esplendor incomparable, gracias al talento de Luis María, que lo preparaba todo: conmemoración de los difuntos, adoración reparadora al Santísimo Sacramento, renovación de las promesas bautismales y consagración personal a la Virgen, construcción de Calvarios…

Todo culminaba en una confesión general y el propósito de cambiar de vida.

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