68. TANGARÁN, EL USURERO

En una parroquia, no obstante las exhortaciones del misionero, un avaro llamado Tangarán, accediendo a los malos consejos de su esposa, se negaba a quemar ciertos contratos cuya injusticia había demostrado Montfort. Viendo su obstinación, el misionero acabó por predecirle con especial seguridad:
– Tu esposa y tú estáis apegados a los bienes de la tierra y despreciáis los del cielo. ¡Bien!, vuestros hijos van a fracasar: no dejarán descendencia. Y vosotros caeréis en la miseria y no tendréis siquiera con qué pagar vuestro entierro.
– ¡Qué va!, replicó la mujer, ¡algo nos quedará, aunque sean 30 monedas para pagar el redoble de las campanas!
– Y yo os digo, replicó Montfort, que las campanas no doblarán en vuestros funerales.
La predicción se cumplió. Algunos años después, los dos usureros se vieron reducidos a la indigencia y, habiendo muerto ambos el jueves santo –él en el año 1730, ella en 1738– fueron sepultados al día siguiente, viernes santo, día en que no se tocan las campanas.