96. ALIMENTADOS DE MILAGRO
Realizó otro prodigio en La Chèze, siempre en favor de sus pobres.
La encargada de la cocina sólo tenía comida en la olla para unas diez personas y Montfort traía consigo todo un centenar. El misionero le ordenó a pesar de todo se dispusiera la mesa. Ella obedeció y todos se saciaron, sin que la olla quedara vacía.
En otra ocasión mandó avisar que llevaría consigo un número considerable de pobres. Le respondieron que no había más que medio panecillo y dos o tres libras de carne.
– No importa, dice Montfort, preparen la comida. Llegada la hora, el buen Padre dispuso a sus pobres en dos filas en las alamedas del jardín. Cortaron pan y carne para todos y sobró todavía.