94. MAMA ANDRÉS

Por la fiesta de Todos los Santos en 1707, Montfort llegó en incógnita a su pueblo natal. Envió al hermano Maturín a la casa de su anciana nodriza, «mamá Andrés», para pedirle hospitalidad por amor de Dios para un pobre sacerdote con su compañero. Mamá Andrés contestó que no acostumbraba recibir desconocidos.
Montfort tocó a otras puertas: recibió la misma respuesta.
Los dos peregrinos tuvieron entonces la idea de dirigirse hacia la choza del más pobre del pueblo. Inmediatamente fueron recibidos.
Después de unos momentos el hombrecillo, fijándose bien en su huésped, reconoció a Montfort y se sintió muy honrado de poderlo hospedar.
Al día siguiente la noticia se divulgó por el todo el pueblo.
Mamá Andrés, con las lágrimas en los ojos, vino para presentar sus disculpas y rogarle de alojarse en su casa. El rechazó la hospitalidad; pero conmovido por su llanto, aceptó el almuerzo que ella le había preparado; pero le dijo:
–¡Mamá Andrés, mamá Andrés! Si anoche te hubiese pedido hospitalidad en el nombre del Sacerdote Montfort, me la hubieras concedido; pero la pedí en el nombre de Jesucristo y me la rechazaste. Esto no es caridad.