-

92. «¡PERO SI ES MI HERMANO…!»

En un viaje a Saumur, pasó el P. de Montfort por Fontevrault para visitar a una hermana suya religiosa.

Se presentó de incógnito en el monasterio implorando la «caridad por amor de Dios». La portera, que no lo conocía, empezó por hacerle varias preguntas.

– Sólo pido un poco de caridad por amor de Dios –contestaba él como un estribillo a cada pregunta de la buena religiosa–.

Pero no lo atendieron.

Retirándose sin inmutarse, el misionero dijo a la portera:

– ¡Si la señora Abadesa me conociera, no me negaría la caridad que imploro!

Estas palabras, referidas a la Abadesa, alarmaron a todo el convento.

Al oír la descripción del mendigo, la hermana de Montfort exclamó: «¡Pero si es mi hermano!» Enviaron un mensajero detrás de él para presentarle excusas y pedirle que volviera. Pero él respondió:

– La señora Abadesa no quiso ser caritativa por amor de Dios; ahora quiere serlo por amor mío. Se lo agradezco.

Y prosiguió su camino, privándose así de verse con su hermana; pero contento de haber dado una lección de amor a los pobres.

Spread the love

Publicaciones Similares