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83. EN UN CUCHITRIL

Y de nuevo lo encontraron sin asilo, sin pan y sin amigos. Por fortuna, una comunidad de religiosas, le ofreció de limosna una comida diaria. Encontró alojamiento en un oscuro cuchitril, debajo de una escalera, no lejos del noviciado de los Padres jesuitas.

Únicos objetos a su disposición: un pobre camastro, una escudilla de barro cocido, una estatuita de la Virgen y algunos instrumentos de penitencia. En esta miseria saboreaba las grandes lecciones de la Sabiduría y trataba de comunicarla por carta a María Luisa de Jesús, a quien había dejado dirigiendo el hospital de Poitiers.

Montfort en París se encontró abandonado hasta de sus antiguos directores. Lo rodeaba el desprecio del mundo, pero tenía a Dios consigo y esto le bastaba.

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