76. SE EVITA UNA MATANZA

Sucedió en Fontenay. El capitán de los soldados de la guarnición, ingresó en la iglesia mientras Montfort predicaba adelantando la misión para las mujeres. Apoyado en la pila del agua bendita, el capitán, con su gorra puesta, reía y tomaba rapé. El misionero se le acercó y le pidió amablemente que saliera, entre otras cosas porque la misión estaba reservada a las mujeres. ¡Ojalá no lo hubiera hecho!
El oficial, poco o nada acostumbrado a recibir observaciones, respondió que no saldría y vomitando blasfemias empuñó varias veces la espada y, furibundo, se lanzó finalmente contra Montfort, lo agarró por la garganta y lo habría destrozado con ella de no intervenir en favor del misionero las mujeres que estaban en la iglesia. Entre tanto los soldados, atraídos por los gritos del oficial, entraron en el templo y, por un momento, se pensó que iba a ocurrir una matanza. Por fortuna retornó la calma. Pero el oficial, después de la predicación, esperó a Montfort cerca al cementerio y comenzó a insultarlo de nuevo. El misionero atravesó las filas de los soldados y ninguno se atrevió a tocarlo.