39. SUS ARMAS PREFERIDAS

Además de la Palabra de Dios, sus armas preferidas eran la cruz y el rosario, el recuerdo de Cristo redentor y la meditación con María de los misterios de la salvación.
A ello añadía los cánticos compuestos por él mismo como verdaderas lecciones de catecismo, para recordar a las multitudes las nociones fundamentales de la fe.
El pueblo no los ha olvidado nunca y todavía hoy, no existe quizás rincón de tierra francesa donde, al comenzar la misión, centenares de voces no entonen, sobre las mismas melodías, las mismas palabras, que ya tienen 250 años. En total son más de 20.000 versos.