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14. LE GUÍAN LOS JESUITAS

Terminados los estudios elementales en su pueblo natal, a la edad de doce años, sus padres juzgaron oportuno enviarlo a proseguir los estudios en Rennes, distrito capital de la región.

Los jesuitas, doctos maestros y hábiles formadores, dirigían en esta ciudad un colegio frecuentado por gran número de estudiantes, internos y externos. Precisamente por esto, no obstante la vigilancia de los profesores, al vivir lejos de la familia, se hallaba expuesto al influjo de los malos compañeros. Lleno de confianza en la protección de María, a quien diariamente invocaba con fervor, el joven estudiante se convirtió pronto en modelo de todos los alumnos, gracias también a la guía espiritual de su tío sacerdote, que lo hospedó en su casa durante todo aquel período.

Al ir al colegio y volver de él, acostumbraba Luis visitar una antigua y piadosa imagen de la Virgen, venerada en la Iglesia de san Salvador, pidiéndole que bendijera sus estudios. A veces se detenía allí por cerca de una hora, mientras muchos de sus compañeros se dedicaban a jugar por el camino.

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