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130. GLORIFICACIÓN

Muy pronto su santidad se divulga por todas partes y los milagros se multiplican en su tumba. La Iglesia, después de los procesos acostumbrados, eleva a Montfort al honor de los altares.

El 22 de enero de 1888, León XIII lo proclamó beato. El 20 de julio de 1947, Pío XII, en solemne ceremonia de canonización, lo declara santo.

Su estatua gigantesca, colocada entre las de los fundadores de congregaciones y órdenes religiosas, contempla a los peregrinos desde un nicho de la nave central de la basílica de San Pedro en Roma.

Sobre su tumba, venerada en la basílica de San Lorenzo del Sèvre –Francia– se congregan continuamente multitudes suplicantes.

El santo responde a sus plegarias alcanzando gracias señaladas y numerosas.

Y les recuerda a todos su mensaje: Buscar a Dios sólo, seguir a Cristo Sabiduría, consagrarse a María repitiéndole: «¡Soy todo tuyo!»

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