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113. TRANSFIGURADO

El día de la Candelaria de 1715, en la iglesia de los Dominicos de La Rochelle, donde tantas personas se habían convertido al escuchar sus sermones, le invitaron a predicar sobre Nuestra Señora.

Habló con tal entusiasmo que la Virgen, por su parte, quiso también exaltar a su apóstol. Mientras hablaba, su rostro se transfiguró. Despedía rayos luminosos que, envolviéndole como una nube, lo ocultaban a la mirada de los fieles presentes en la iglesia, de suerte que sólo se le reconocía por el sonido de su voz. Este prodigio hizo mucho ruido.

Un hombre favorecido con tales dones no podía menos que ser un santo. Cada uno lo decía instintivamente y todos acudían a él.

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