103. VENENO Y CONTRAVENENO
Furiosos al ver que se les escapaba la ciudad de La Rochelle, los calvinistas habían decidido cerrar para siempre la boca al misionero. Una mañana después de la predicación, hicieron poner veneno en una bebida destinada a él. Montfort se dio cuenta inmediatamente después de tomar la bebida letal y acudió a un contraveneno. Su robusta constitución logró resistir, pero quedó herida a partir de este momento.
Su salud irá languideciendo poco a poco.
A causa de este percance, el santo tuvo que padecer horribles dolores intestinales. Para colmo, un absceso puso en peligro su vida. Llevado al hospital de La Rochelle, fue necesario acudir a la operación que, conforme a la medicina de la época y contando con la habilidad y pericia de los médicos, tuvo que hacerse sin el alivio de los calmantes y la anestesia que ofrece la ciencia moderna.
En medio de los sufrimientos más atroces tenía el valor de cantar «¡Viva Jesús, viva su cruz!».